El 13 de febrero se celebra el Día Mundial de la Epilepsia, una fecha dedicada a aumentar la conciencia sobre esta condición neurológica y a destacar la importancia de comprender y apoyar a las personas afectadas por la epilepsia.
Según la OMS, aproximadamente 50 millones de personas en el mundo padecen de epilepsia, convirtiéndola en una de las enfermedades más comunes a nivel mundial. Entre sus principales características destaca la comorbilidad (presencia de dos o más enfermedades al mismo tiempo en una persona. También se llama morbilidad asociada) de ésta con otras enfermedades o trastornos.
La comorbilidad entre la epilepsia y los trastornos del neurodesarrollo, como el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es bastante significativa.
La epilepsia frecuentemente coexiste con trastornos del neurodesarrollo como el autismo y el TDAH. En personas con autismo, se estima que alrededor del 30% también sufren de epilepsia, lo que sugiere una conexión entre estas condiciones. Esta relación puede estar influenciada por factores genéticos y neurobiológicos compartidos, aunque su complejidad aún no se ha desentrañado por completo.
Por otro lado, investigaciones indican que el TDAH también puede estar asociado con una mayor incidencia de epilepsia en comparación con la población general. Sin embargo, la interacción entre el TDAH y la epilepsia no está tan clara como en el caso del autismo y la epilepsia.
Además de estos trastornos, la epilepsia puede estar vinculada con otros trastornos del neurodesarrollo, como el síndrome de Down, el síndrome de Rett y el síndrome de Williams, entre otros.
Es fundamental considerar la comorbilidad, ya que su abordaje puede tener un impacto positivo en el pronóstico a largo plazo de las personas con epilepsia. El manejo efectivo de las condiciones psicológicas relacionadas puede promover una mejor calidad de vida y contribuir a disminuir las complicaciones asociadas.
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